viernes, 3 de julio de 2015

El camino más difícil

A finales de los 70 abrió en Barcelona una librería especializada en viajes: la librería Altaïr. La descubrí más tar,de, en los 80 cuando inauguraron el local de la calle Balmes. Cientos de libros de viajes, mapas, atlas, todos ordenados por regiones del mundo; había una estantería con la etiqueta "Tíbet / Himalaya", u otra que decía "Regiones Polares", todas llenas de libros! Gracias a Altaïr descubrí el Mustang, el Bután o el Ladakh. Y fue en esta librería donde encontré un libro titulado "Dos inviernos en Zanskar" de un tal Olivier Föllmi. Nieve y soledad; la portada ya prometía:


Dejadme que os sitúe el Zanskar antes que nada; en el extremo noroeste de la India está la región de Jammu-Cachemira. Una región cercana al Himalaya con casi 13 millones de habitantes de los cuales un 80% son musulmanes. La posesión de este territorio de mayoría musulmana ha provocado ya 3 guerras entre India y Pakistán en los últimos 65 años. Hasta hace poco los ataques terroristas de unos y otros, musulmanes e hindúes, eran una constante.


Hay, sin embargo, una parte de Jammu-Cachemira que vive (en parte) ajena a esta violencia: el Ladakh. Este valle pertenece a Jammu-Cachemira por pura casualidad; se encuentra en pleno Himalaya, la población es de origen tibetano, hablan un dialecto del tibetano y no son ni musulmanes ni hindúes; son budistas lamaístas (es decir, budistas tibetanos). Durante muchos años, por culpa del estado permanente de guerra en Jammu-Cachemira, Ladakh estuvo cerrado a los extranjeros. Pero a mediados de los 70, el acceso quedó abierto y el Ladakh, el "Pequeño Tíbet", se convirtió en un destino turístico muy interesante y bastante accesible. A diferencia del resto de Jammu-Cachemira, la población en Ladakh es muy escasa y el clima y las condiciones de vida son muy duras: tipo tibetano, vaya.

Leh, la capital del Ladakh, conocido también como el "Pequeño Tíbet"
Pero siempre se puede estar "peor"! Al oeste del valle del Ladakh se extiende la cordillera del Zanskar, atravesada por el río del mismo nombre: el río Zanskar. Y el valle que forma el río Zanskar y sus afluentes, el Tsarap y el Doda, conforman el territorio del reino de Zanskar. De hecho, no es un reino sinó dos! Lógicamente, los reyes no mantienen ningún tipo de poder y su título es puramente nominal. Ambos reyes son de la misma, digamos, dinastía: por un lado tenemos el rey de Zangla, que tiene su sede en la población del mismo nombre, y del otro lado tenemos el rey que vive en Padum. Este último es el que ostenta el título de Rey del Zanskar, y su colega de Zangla es su vasallo.


Padum es, pues, la capital del reino y, al mismo tiempo, la población más importante: 1.000 habitantes. Realmente, el pastel que se repartían los dos reyes no se puede decir que fuera muy suculento: en total, el Zanskar tiene entre 12.000 y 13.000 habitantes que viven de una agricultura muy pobre, y de criar yaks y ovejas. Y lo peor es que el punto más bajo (sí, habéis leído bien, el más bajo) de todo el Zanskar, está situado a 3.500m! Ahora se entiende porque ambos reyes no tuvieron nunca grandes disputas territoriales: se puede decir que no había casi nada para repartir!


Si recordáis, en los posts sobre el reino de Lo, os explicaba que este reino tenía una posición privilegiada debido a que por ahí pasaba una de las pocas rutas de "baja altura" (5.000m!) para cruzar el Himalaya. Así pues, históricamente, gran parte del comercio entre Tíbet y Nepal y la India pasaba por Mustang, el Reino de Lo y esto generaba una cierta riqueza. Y el Zanskar? Pues todo lo contrario; Zanskar es un callejón sin salida: pasas por Zanskar sólo si vas al ... Zanskar. Por lo tanto, es mucho más pobre que el Reino de Lo (que no es Beverly Hills, que digamos).



Es decir, que tenemos una serie de valles del Himalaya, despoblados, pobres, helados y a más de 3.500m. Lo podemos empeorar, esto? Pues si!

La configuración de orografía y clima provocan que el Zanskar sólo sea accesible por carretera los meses de buen tiempo: 3 meses! Últimamente, las mejoras en las carreteras que ha efectuado el gobierno indio han permitido que unos de las carreteras esté abierta hasta octubre y, por tanto, se puede llegar a Padum durante 4 meses.


Fantástico! Aislados por la nieve durante 8 meses al año! Aquí es donde se demuestra que el hombre es un animal intrépido (por no decir suicida). Durante el mes de enero, el mes más frío del invierno en Zanskar, los termómetros caen tan abajo en estos valles del Himalaya, que el río Zanskar se hiela. Pensad que se bastante difícil que un río de este tipo se congele ya que baja bastante agua y, además, al ser un río de alta montaña, el agua baja a gran velocidad. Aún así, el frío es tan intenso que durante enero el río termina helando.


Pues ya tenemos un camino! Los zanskarpas (acordáos del post del reino de Lo que la terminación "-pa" es la manera de formar el gentilicio en tibetano: lhasapa, ladakhpa, zanskarpa, ...) utilizan el río helado como camino para comunicarse con la resto del mundo (o dejémoslo en "comunicarse con el Ladakh") a mitad del invierno.

Este camino se llama la Ruta del Tchadar y es una caminata de 108km por encima del hielo del río con temperaturas de hasta -30º. La gente suele agruparse en caravanas formadas, generalmente, sólo por personas a pie (los animales pesan demasiado para el hielo), y que en unos 10-12 días hacen el recorrido desde Padum hasta Leh. De noche, cuando más frío hace, los viajeros se cobijan en cuevas cercanas al río para pasar la noche. Todo el mundo se acurruca para no dejar perder el calor, no importa si eres un estudiante, un comerciante, un monje o un guía. Lo importante es no dejar escapar el calor de los cuerpos.


El principal problema viene cuando el hielo no es suficientemente seguro. Como os decía, dado el fuerte corriente que tiene el río Zanskar, es difícil que el agua se hiele. Normalmente se forma una capa de hielo superficial y el río corre por debajo del hielo. Cómo saber si la capa de hielo aguantará el peso? Ah! Aquí coge protagonismo la experiencia y la pericia de los guías de las caravanas, que golpean con palos para saber la consistencia del hielo.

¿Qué pasa si te caes y "mojas" una pierna en el agua? Pues que inmediatamente hay que encender un fuego y recuperar la temperatura de la pierna. Y si caes entero en el agua? Pues no lo quieras saber!


Ahora hay bastantes occidentales que hacen la ruta del Tchadar. Lógicamente van vestidos con lo último en ropa de montaña y, a veces, incluso con trajes de neopreno.


Pero la dificultad de la ruta es mucha si la haces con el equipamiento occidental. Y si haces el Tchadar como lo hacen los zanskarpas, en su día a día, no por espíritu de aventura sino para poder salir adelante; entonces si que es duro! Y aquí es donde más me impresionó la aventura de Olivier Föllmi, el autor de "Dos inviernos en Zanskar"!

Olivier Föllmi es un fotógrafo franco-suizo nacido en 1958. Su pasión siempre ha sido la fotografía, pero se le puede considerar un montañero bastante aceptable. En 1976 descubrió el Zanskar mientras hacía alpinismo en el Himalaya. Y aquí llegó "el amor a primera vista". La relación con los Zanskarpas era cada vez más estrecha y, cada vez que volvía ya no era un "visitante" sino que era recibido como un zanskarpa más. A pesar de ir siempre vestido como un zanskarpa, se puede decir que, viendo la cara, nadie podía tener dudas que no era tibetano! Aún así, se integró plenamente en la sociedad del Zanskar.


En 1980, Olivier decidió que volvería al Zanskar, pero en invierno. Fue uno de los primeros occidentales en hacer la ruta del Tchadar y, sin duda, quien la dio a conocer en el mundo. Aquel invierno lo pasó con sus amigos del Zanskar, Norbu, Tashi, y Wangduss. El año siguiente, sin embargo, decidió pasar también el invierno en Zanskar pero, en lugar de llegar en el mes de enero, la intención de Olivier era llegar antes. Como el río helado sólo era practicable durante el mes de enero, había que hacer la travesía por los collados de montaña antes de que empezara el invierno. Y ya se sabe que cuando algo puede ir mal, seguro que irá mal! Para hacerlo más difícil, no se le ocurrió otra cosa que invitar a la travesía a la que más tarde se convertiría en su mujer, Danielle.


Aquel año hubo tormentas muy fuertes que provocaron deslizamientos en la carretera que lleva hasta Leh, la capital de Ladakh. Tuvieron que pasar muchos días esperando a que se volviera a abrir la carretera, y llegaron a Leh con retraso. Esto provocó que comenzaran la travesía hacia el Zanskar más tarde de lo previsto y, para colmo, la nieve y el frío llegaron más temprano de lo previsto; justo cuando Olivier y Danielle estaban a media travesía. Danielle era una buena montañera amateur, pero no estaba preparada para aquellas condiciones. De hecho, ni Olivier lo estaba. Cruzaron el collado del Chercher-la ("-la" significa "collado" en tibetano) con tanta nieve, que se hundían hasta media pierna a cada paso que hacían. Iban tan despacio que se les acabaron las provisiones y, cuando llevaban dos días sin comer, a punto ya de caer exhaustos, Olivier se la jugó y dejó a Danielle para intentar encontrar ayuda. Caminó, más muerto que vivo, hasta que, al cabo de unas horas, se encontró un hombre viejo que lo miraba como si viera aparecer un fantasma. El hombre había salido a buscar leña y no se esperaba encontrarse un occidental, vestido a la manera de los Zanskarpas bajando de las montañas. Se podría decir que, se habían encontrado de milagro.


Cuando el viejo ya se lo llevaba prácticamente cargado a su espalda, Olivier hizo un último esfuerzo y dijo con un hilo de voz: "Atcho, somos dos!". "Atcho" significa, en ladakhi o en zanskari, "hermano mayor", y es como un adulto se refiere a otro de edad igual o superior. Ambos dieron media vuelta y se dirigieron montaña arriba hasta encontrar a Danielle que caminaba tambaleándose a punto de desfallecer.

Esa noche, Olivier y Danielle durmieron en la cabaña del viejo, que se mantuvo despierto y, cada cierto tiempo, despertaba a los dos montañeros para hacerles tragar una taza de té tibetano con mantequilla.


Lo que admiro del relato del Olivier Föllmi es que no hace como la mayoría de montañeros que, en estas circunstancias, dan las culpas a los cambios de tiempo, al destino o a la imprevisibilidad de la montaña. No fue su coraje y determinación lo que los salvó; fue la suerte y un hombre viejo que recogía leña. Esta visión humilde de la vida y de sus propias capacidades hacen que, probablemente, Olivier Föllmi tenga más de tibetano que de europeo.


Con los años, Olivier, ya casado con Danielle (debía estar muy enamorada si no le "dió calabazas" después de aquella travesía!) se convirtió en un prestigioso fotógrafo que, aparte del Himalaya, ha fotografiado paisajes y personas de todo el mundo y que, además, ha sido premiado con un World Press Photo y ha obtenido una mención especial en el prestigioso Visa pour l'image de Perpiñán. Ha hecho fotografías para las mejores revistas del mundo, pero eso no le ha hecho olvidar que, en verdad, él es Zanskarpa. A finales de los 80 "co-adoptó" dos hermanos zanskarpas, Tenzin Motup y Tenzin Diskit. Digo "co-adoptó" porqué los padres de estos, entonces niños, pidieron a Olivier y Danielle si se podían hacer cargo de los niños y darles una buena educación. Así pues, Motup y Diskit tienen 4 padres y vivieron su infancia a caballo entre Francia y el Zanskar. Posteriormente, Olivier y Danielle adoptaron (plenamente) dos niños más, Yvan Tharpa Tséring y Leonore Pema Yangdon.
 
La familia Föllmi al completo. De izquierda a derecha: Pema, Yvan, Danielle, Olivier, Diskit i Motup
Este es el link a la página de Olivier Föllmi, donde se pueden comprar sus bellísimas fotografías y sus libros, y donde explica su actividad divulgadora. Hace unos años, rodó una película sobre las vivencias de su particular familia y la vida de todos ellos, a caballo de Europa y el Himalaya.





En resumen, en Zanskar encontraréis el Tíbet en estado (bastante) puro: monasterios en lo alto de las montañas, en los que se celebran festivales religiosos llenos de simbolismos y colores, pueblos que mantienen la arquitectura tradicional tibetana y, sobre todo, la cultura tibetana sin el yugo y la opresión china. Uno de los aspectos más característicos de la cultura tibetana, muy vinculada al ámbito rural y a tierras poco fértiles (y el Zanskar es un buen ejemplo en ambos casos) es la poliandria: ¿qué pasaría si la poca tierra cultivable, que además es poco fértil, tuviera que dividirse en herencia entre todos los hermanos (aquí el concepto del heredero no se aplica)? Pues que los campos estarían cada vez más divididos y no serían rentables. La solución tibetana: Todos los hermanos (chicos) de una familia se casan con una misma mujer. Antes era muy frecuente y aún ahora es práctica; una mujer y 3 o 4 maridos! Los hijos (de cualquier marido) llaman "padre" al hermano mayor, y "tío" al resto de padres! Chicas, os apuntaríais?

Nota: el del sombrero amarillo es el abuelo, no un marido!


Por cierto, Padum y el Zanskar en general han cambiado bastante desde el primer viaje de Olivier Föllmi. Ahora hay turistas (pocos), internet y algún hotel, entre otros "avances" occidentales. Probablemente el mejor hotel es el Rigyal Hotel en Padum. Como todos los hoteles de Zanskar sólo abre de junio a octubre a menos que se haga una reserva especial para grupos de trekking invernal. Pero tanto en invierno como en verano, si deseais conocer cómo era la vida tradicional en el Tíbet antes de la invasión china, el Zanskar mantiene vivo, aunque sólo sea una parte, de aquel modo de vivir.



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