miércoles, 15 de abril de 2015

Visingsö

Dice la leyenda que había una vez un gigante, llamado Vist, que volvía de un banquete acompañado de su esposa. La celebración había tenido lugar en la región sueca de Västergötland y, para llegar a casa, en Småland, la pareja de gigantes tenían que cruzar el lago Vättern. Como, a pesar de la envergadura gigantesca de Vist, no dejaba de ser un gentleman, no quería que, al cruzar el lago, su esposa es mojara los pies y el bonito vestido que se había puesto para el ocasión. Vist invitó a sentarse a su gigante amada y le dijo: "Espera aquí, que ahora vuelvo!". A continuación arrancó un pedazo de tierra y hierba y lo echó en medio del lago. Así, permitió que su esposa tuviera un lugar donde poner el pie y cruzar el lago sin mojarse. De esta forma nació una isla en medio del lago Vättern, en el centro de Suecia.


Hoy me saltaré la norma (no escrita) de este blog y, sin que sirva de precedente, escribiré sobre un lugar donde si que he estado: la isla de Visingsö, en el lago Vättern.

Los que me conocéis sabéis de mi enfermiza devoción por Suecia. Entre otras muchas virtudes, Suecia me ofrece pequeñas dosis de lugares remotos, aislados y (más o menos) fríos. Y además, me permite tener estas dosis de geografías remotas acompañado de mi mujer y mi hijo. Me temo que no serían tan receptivos si los propusiera pasar las vacaciones en las islas Aleutianas o en la isla Kerguelen!


No os quiero engañar; la isla de Visingsö no es inaccesible como lo pueda ser Tristán da Cunha. De hecho si conducís por la autopista E4 que va de Estocolmo a Malmö, unos 200km al sur de la capital, hay un pueblo llamado Gränna. Aunque hay dos salidas de la autopista que llevan a Gränna, si salís por la situada más al sur, estaréis en Gränna en menos de un minuto. Pero os recomiendo que salgáis en la anterior: Ödeshög - Gränna y sigáis hacia el sur por la bucólica carretera que bordea el lago, desde donde podréis ver el lago Vättern y, en medio, la isla de Visingsö.


Al cabo de unos 20km se llega al pueblo de Gränna. Este pequeño pueblo es conocido en todo el mundo, .... Bueno, digamos que es conocido en toda Suecia porque, desde hace más de 150 años, se fabrican unos caramelos llamados Polkagrisar. Pues bien, una vez llegados a Gränna, debéis dirigiros al puerto del pueblo. Tranquilos, no tiene pérdida: podríamos decir que Gränna está formado por dos calles: uno es la misma carretera y el otro es un desvío que lleva.... hacia el puerto!

En verano hay dos ferrys que hacen el trayecto Visingsö-Gränna. Salen cada media hora y se cruzan a mitad de trayecto. Después de hacer la ordenada cola típicamente sueca, podréis subir el coche a bordo del ferry. La primera vez que conté a mi amigo Ola que quería ir como fuera a Visingsö, me miró con cara de: "Y qué diablos se te ha perdido a ti (o a cualquier ser humano) en Visingsö? !!". Como buen sueco, que de niño comía caramelos Polkagrisar, me recomendó visitar las fábricas de caramelos de Gränna, pero en Visingsö no se le ocurría ninguna razón de peso para ir


La isla es extremadamente plana. Tiene 14 km. de largo y 3 km. de ancho y viven unas 700 personas. En verano, sin embargo, la población se puede casi doblar (50 personas por km. cuadrado .... maldito turismo de masas!). No se puede decir que haya un pueblo propiamente en la isla. Oficialmente, Tunnerstad es como se denomina el único pueblo de Visingsö, pero lo cierto es que se trata más bien de una zona donde hay un poco más de densidad de edificios, y donde encontraréis la guardería, la escuela de la isla, un hotel y el ayuntamiento. Las casas se reparten por toda la isla separadas por aquella distancia tan típicamente sueca: "suficientemente cerca para no estar solo, y suficientemente lejos para no molestar".

Y qué se puede hacer en Visingsö? Pues todo depende de vuestra necesidad de aislamiento. Yo me hubiera pasado 15 días, pero mi familia, con una mañana ya tenían suficiente. Pero si lo que buscáis es tranquilidad, leer todo lo que no habéis podido leer durante el año y caminar por el bosque sin rumbo fijo, entonces os recomiendo que alquiléis una casita en Visingsö y os relajéis.


La isla, sin embargo, no ha sido siempre un lugar tan pacífico. En el extremo sur se encuentran las ruinas del castillo de Näs. Este castillo sirvió de residencia de los primeros reyes de Suecia durante los tumultuosos años de unificación del país, en s.XII. Las luchas entre las diferentes familias con aspiraciones al trono, especialmente los Sverker y Erik, convirtieron el castillo de Näs en lugar de intrigas y asesinatos. Por desgracia, del castillo que en su día se levantaba dominando todo el lago Vättern , ahora sólo quedan los cimientos.


El paisaje está cubierto por campos y bosques. Entre estos bosques destaca un bosque de robles: el robledal más extenso de Europa. Y es que, previsores como son los suecos, la Marina Militar sueca decidió, en el siglo XIX, crear una reserva de robles para la futura construcción de barcos. Pero por una vez les fallaron las previsiones: Cuando los robles hubieron crecido suficientemente, los buques de guerra ya se construían en acero!
 


Realmente vale la pena pasearse por este magnífico robledal donde, además, encontraréis la Brahekyrkan, la iglesia de Brahe, con su campanario negro. Aunque es más o menos habitual en el norte de Europa, resulta curioso ver que en la Brahekyrkan, este campanario de madera negra está a unos 30 metros de distancia de la iglesia. Allí, apartado, como si al cura le molestara el ruido de las campanas!



En fin, yo no os quiero engañar. Ya sabéis que en este blog suelo hablar de lugares aislados, solitarios y bastante fríos, y Visingsö no es una excepción! Esta foto es del pequeño embarcadero junto al castillo de Näs, un 20 de agosto con 12 grados de temperatura. Lástima que no se pueda escuchar las voces de mi familia diciendo: "Bueno, ya has tenido bastante de Visingsö, ¿verdad? Podemos volver ya?".
 

Quiero dedicar este post a mi buen amigo Ola Karlsson y sus padres, Gösta e Yvonne .

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